23 septiembre 2006

¡Era la ERA!

Cuando naces en una ciudad, hasta que no arribas a un pueblo por primera vez, no sabes lo que perdiste o lo que ganaste, según se mire, aunque, creo, hay perdidas y ganancias. Volviendo a lo nuestro, diré que, efectivamente hay cosas que desconoces y de eso se valió, Crucita, mi prima.

Un tarde después de la merienda, pan de hogaza, que solo en tierra de pan se saborea, con chorizo durito, de matanza, decidimos ir a la "era", pues estaban trillando.

La prima, era todo amabilidad, me enseñaba, me explicaba, esto es el trillo, mira una vaca, yo cohibida, pues nadie se había preocupado nunca y tanto por mi instrucción rustica, sobre todo cuando algo me podía interesar tan poco, pero una, que, antes muerta que no complacer, aguanta el tirón.

Ya llevábamos un buen rato de instrucción teórica cuando pasamos a la practica, para ello, coge un buen puñado de granos de trigo se lo coloca entre las dos manos haciendo cuenco.

- Huele – me dice.

Mi nariz va hacia sus manos...
Sus manos a mi nariz -con “una poquita de velociá”- ...
Un ultimo empujón, por su parte, y ...

Goooool, ...GRANOS EN PORTERIA.

Como disfruto, ella.
A mi no me hizo tanta gracia, la verdad, me quede, sin aire, asustada y con la autoestima por el ¿sembrao?, no, no era sembrao, ¿prado? me temo que no.
ERA, ¡Era la ERA!, pues eso, que me dejo “con la autoestima tirada y trillada por la era”.

22 septiembre 2006

De humanos y perros

Año 1991?
Noviembre, Fernando, Marga y yo, nos vamos de acampada al Hayedo de Montejo veremos la explosión de color en el otoño.
Fuimos con una gente de montaña que acabábamos de conocer, el fin de semana no tuvo desperdicio, entre el frío y las costumbres tan distintas a las nuestras.

Hacía frío, comer una naranja suponía un acto heroico, pues, la mezcla del juguillo y el ralentí era como tener anestesiadas las manos, pero, eso no impedía que nos partiésemos de la risa, pensando, que eso no era nada, comparado con el frío que íbamos a pasar en los sacos, con la que estaba cayendo.

Para mitigar el frío y prolongar la velada, nos metimos como 12 personas en una tienda de 4 personas, y aunque no dábamos crédito, nos dejábamos llevar y hacíamos lo que veíamos hacer, y entre ji,ji y ja,ja alucinábamos.


La noche, ya cada uno en su tienda, mejor no comentarla, toda la ropa que te pudieras echar encima, era poca.

Marga y yo a la mañana siguiente, bien temprano, comentábamos, sobre los avatares del día anterior, sin parar de reirnos y caminando como posesas para entrar en calor.


El perro de Vicky, correteaba, nervioso de acá para allá, y tan solo se paraba cuando se topaba con alguna mierda, la cual olía y chupeteaba, como cualquier perro.


Vicky buscaba a su can, ¡que bello encuentro!, ¡que alegría!, perro y ama, juntos de nuevo, todo eran, saltos y brincos, por parte del perro. ¡Que bonito fue todo!, de pronto... en un acto de amor, le rodea con sus brazos y ...

TOMA BESO EN LOS MORROS.

Y es que, ese afan en quedar bien.

Llevaba un año ya en Informática, Sistemas de Información, en ese momento, nominación mas acorde con los tiempos que corrían, donde el poder de la imagen empezaba a hacer estragos, y la rimbombancia era el pan nuestro de cada día. ¡Cuánto desgaste de energía!.

Ya sabía un poquito de programación y hasta tenia mis propias aplicaciones, siempre supervisadas por mi jefe, al que yo consideraba un sabio, entre paréntesis, debo decir que mi base de Informática se la debo a el, le apreciaba un montón.
Acababa de tener una niña, que nació con labio leporino, y estaba feliz con su bebe, llevaba fotos para que la conociéramos, en verdad la niña era linda.

- ¡Que niña tan preciosa! –dije, con ese afán que me caracteriza de que la gente no se sienta mal– y además no se le nota casi nada lo del labio - continue.
- Mas fotos, mira esta me dice el.
- Uy en esta si que esta bonita la niña, esta preciosa – dije.
- Esa no es mi hija es su prima - comenta.

TIERRA TRAGAME, TIERRA TRAGAME, TIERRA TRAGAME

21 septiembre 2006

De cuando el ordenador era el Cerebro

Corría el año 1972, empezaba una nueva etapa profesional para mi, pues aparecí en Informática, algo que siempre me gusto en mi época de estudiante, la programación me llamó desde el principio y bueno, pues la vida me lo brindó.

Era un departamento, divertido, entrañable diría ahora, recordandolo en la nostalgía, todos estábamos a una, si uno se encasquillaba, siempre había alguien allí intentando ver donde se podría haber ido la maldita lógica. Y es que era un poco como la vida, no obcecábamos en lo que creíamos y no en lo que era, hasta que alguien con la mente clara, veía lo que miraba, nos daba la solución.

Aunque nos dedicábamos al software, teníamos mucha relación, con toda la maquina grande, también conocida por host, ordenador central, etc, etc. Por ello pasábamos muchos ratos con los operadores. Incluso a veces hasta cogíamos sus teléfonos, por aquello de meter la mano donde no se debe.

Aquel día yo pasaba por allí, el teléfono daba “por saco” y le cogí.

- ¿Por favor es el cerebro? Pregunta una voz al otro lado del aparato.
- Cerebro al habla -contesto-, ¿cómo logro reconocerme?.

Y es que manda narices con lo que nos currabamos meterle al ordenata, lo que tenía que hacer, el cerebro fuera el y no nosotros. ¡Faltaría mas!


20 septiembre 2006

Que susto

Era verano, ¿julio?, ¿agosto?, ¿año 68? ... tocaban vacaciones, como cada año, íbamos a Quintana, esta vez tuvimos invitados, vinieron Vicente y Covita, nuestros primos mellizos.
Covita era coqueta claro que con 13 años, para no serlo, quería estar guapa, la mas guapa, y con ese finalidad aquella tarde empezó a diseñar su peinado, comenzó con su tarea en solitario, pero la necesidad la llevo a pedir mi colaboración, y ahí estábamos a cuatro manos con una cabeza y muchos pelos en el empeño, un mechón a la derecha otro para la izquierda, en fin, pura creación.
- ¿Quieres un sobadillo?, le pregunto, en pleno embelesamiento.
- Que tonterías dices, comenta ella, mientras su mirada asustada iba de su cara a la mía reflejadas en el espejo, a la vez que me quitaba el peine de las manos.
- Mujer, están riquísimos, los hacen con hojaldre y rebozaditos en azúcar, en la panadería del pueblo.
Todavía puedo recordar el estallido de risas y la alegría en nuestras caras.
Hoy otro espejo cubre ese hueco, pero, sigo recibiendo el reflejo de su alegría y ganas de vivir, seguro se acuerda de mi.