Noviembre, Fernando, Marga y yo, nos vamos de acampada al Hayedo de Montejo veremos la explosión de color en el otoño.
Fuimos con una gente de montaña que acabábamos de conocer, el fin de semana no tuvo desperdicio, entre el frío y las costumbres tan distintas a las nuestras.
Hacía frío, comer una naranja suponía un acto heroico, pues, la mezcla del juguillo y el ralentí era como tener anestesiadas las manos, pero, eso no impedía que nos partiésemos de la risa, pensando, que eso no era nada, comparado con el frío que íbamos a pasar en los sacos, con la que estaba cayendo.
Para mitigar el frío y prolongar la velada, nos metimos como 12 personas en una tienda de 4 personas, y aunque no dábamos crédito, nos dejábamos llevar y hacíamos lo que veíamos hacer, y entre ji,ji y ja,ja alucinábamos.
La noche, ya cada uno en su tienda, mejor no comentarla, toda la ropa que te pudieras echar encima, era poca.
Marga y yo a la mañana siguiente, bien temprano, comentábamos, sobre los avatares del día anterior, sin parar de reirnos y caminando como posesas para entrar en calor.
El perro de Vicky, correteaba, nervioso de acá para allá, y tan solo se paraba cuando se topaba con alguna mierda, la cual olía y chupeteaba, como cualquier perro.
Vicky buscaba a su can, ¡que bello encuentro!, ¡que alegría!, perro y ama, juntos de nuevo, todo eran, saltos y brincos, por parte del perro. ¡Que bonito fue todo!, de pronto... en un acto de amor, le rodea con sus brazos y ...
TOMA BESO EN LOS MORROS.
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