Era verano, ¿julio?, ¿agosto?, ¿año 68? ... tocaban vacaciones, como cada año, íbamos a Quintana, esta vez tuvimos invitados, vinieron Vicente y Covita, nuestros primos mellizos.
Covita era coqueta claro que con 13 años, para no serlo, quería estar guapa, la mas guapa, y con ese finalidad aquella tarde empezó a diseñar su peinado, comenzó con su tarea en solitario, pero la necesidad la llevo a pedir mi colaboración, y ahí estábamos a cuatro manos con una cabeza y muchos pelos en el empeño, un mechón a la derecha otro para la izquierda, en fin, pura creación.
- ¿Quieres un sobadillo?, le pregunto, en pleno embelesamiento.
- Que tonterías dices, comenta ella, mientras su mirada asustada iba de su cara a la mía reflejadas en el espejo, a la vez que me quitaba el peine de las manos.
- Mujer, están riquísimos, los hacen con hojaldre y rebozaditos en azúcar, en la panadería del pueblo.
Todavía puedo recordar el estallido de risas y la alegría en nuestras caras.
Hoy otro espejo cubre ese hueco, pero, sigo recibiendo el reflejo de su alegría y ganas de vivir, seguro se acuerda de mi.
20 septiembre 2006
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